"Una constitución democrática que no se apoye sobre instituciones democráticas en sus detalles, sino que se limite al gobierno central, no sólo NO es libertad política, sino que con frecuencia crea un espíritu que es precisamente el opuesto, llevando hasta las capas más bajas de la sociedad el deseo y la ambición de dominio político.”. Me permito iniciar con esta frase de John Stuart Mill la cual y citando al presidente, le va como anillo al dedo a una situación verdaderamente apremiante para todos como ciudadanos mexicanos, me refiero a los constantes ataques que algunos integrantes y simpatizantes de MORENA, así como el presidente López Obrador, han emprendido en contra del Instituto Nacional Electoral.
Todo comenzó en noviembre del año pasado, cuando salía a la luz una propuesta impulsada por un bloque parlamentario de MORENA en la cámara de diputados, en la cual se buscaba someter a reforma el artículo 41 Constitucional, misma que tenía por objetivo reducir de 9 a 3 años el periodo de la presidencia del Consejo General del INE con el argumento de generar “mayor dinamismo”, aunado a lo anterior, “escondían” que la designación del presidente del Consejo General del INE fuera designado por la misma CÁMARA DE DIPUTADOS, de la cual, MORENA tiene actualmente mayoría, siendo esto un claro atentado a las atribuciones legales autónomas del Instituto. Afortunadamente dicha reforma no encontró respaldo por los distintos grupos parlamentarios y fue “echada abajo”, tanto por la presión del mismo INE, así como de los líderes de opinión y la sociedad civil en general.
No conforme a lo anterior y en el mismo mes, el INE sufre un recorte presupuestal de 1,071 millones de pesos, siendo éste el más alto en la historia de dicho organismo, dejándolo en el límite de operaciones con potencial riesgo presupuestal, aún cuando deben organizar el proceso electoral 2020-2021, y con ello, lo que sería en palabras de Lorenzo Córdova, la elección más grande de la historia, las intermedias de 2021, esto por el número de electores (96 millones aproximadamente), tanto por el número de cargos de elección federales y locales en disputa, (alrededor de 3,495, es decir 260 más que en 2018).
La lista continúa, y por si no fueran pocos los embates en la cámara de diputados, el presidente López Obrador ha dedicado tiempo de sus apariciones públicas, tanto en las mañaneras como en las distintas ruedas de prensa para arremeter en contra del INE, lanzando acusaciones de corrupción, de ser un organismo sumamente caro y que no lo vale, incluso ha amenazado con vigilar personalmente los procesos electorales futuros, siendo que constitucionalmente lo tiene prohibido, en el marco de una república democrática y con contrapeso de poderes.
Al día de hoy, el proceso de elección de 4 consejeros y consejeras con miras a cubrir las vacantes en el Consejo General del INE, se ha visto mermado por un solo miembro del Consejo Técnico de Evaluación del Instituto Nacional Electoral, el señor John Ackerman, mismo que ha arremetido públicamente hasta llegada la última fase de la designación de dichos cargos y de la cual ha provocado la división de los grupos parlamentarios de MORENA y afines.
Más allá que las simples palabras, son las acciones las que nos llevan a cuestionarnos si realmente López Obrador y su cuarta transformación son los “demócratas” que dicen ser, pues su discurso dista mucho de lo concreto y lo tangible. No esperemos que dichos personajes y otros más que vengan, defiendan y protejan al INE, es trabajo de nosotros no permitir que destruyan lo que por años ha costado incluso vidas.
El camino de la democracia en México ha estado lleno de pasajes sinuosos, oscuros, y sangrientos, por el cual han pasado un gran número de villanos, pero también han pasado héroes dispuestos a dar su vida por la construcción de una república democrática, misma que al día de hoy vemos materializada en una institución autónoma y garante de nuestros derechos políticos: el Instituto Nacional Electoral.
Resulta entonces que como ciudadanos de éste México moderno, nos atañe la defensa dicho Instituto frente a los múltiples ataques que ha sufrido durante el breve transcurso del sexenio en turno, pues es el INE nuestro más importante organismo de garantía y defensa democrática frente a los embates autoritarios de gobernantes sin escrúpulos. Es cierto que no es una organización perfecta, pero no por eso se debe pugnar por desparecerla, por el contrario, un verdadero demócrata luchará por fortalecerla para que las consecuencias, en caso de incurrir en faltas e inconsistencias, sean llevadas a juicio de manera ejemplar, con miras al fortalecimiento del estado de derecho.
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