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Nuestros Migrantes Son la Esperanza, A Criterio de Quique Galo

Hay quienes afirman que las personas se dan cuenta de lo que son capaces cuando salen de su país. Pero también es importante entender que, cuando se valora y recompensa el talento, se puede ser profeta en su tierra.


Siempre hay que reconocer y apoyar en la medida de las posibilidades, a quienes han decidido buscar el “sueño americano” porque la nación no les da las oportunidades ni las condiciones para su crecimiento y bienestar.


Me atrevo a decir que todos contamos a un familiar o al menos un amigo o conocido que tiene que escribir una nueva historia de vida en un país que les es ajeno.


Pues hoy como siempre, nuestros migrantes son la esperanza de muchas mujeres, niñas y niños, así como de personas de la tercera edad, al fungir como su principal sustento desde la distancia.


Es por ello, que el crecimiento que observan en estos tiempos las remesas, no deben ser consideradas por la Presidencia de México como su medalla meritoria; y es indebido interpretarles como su estrategia en la economía que aporta al crecimiento del país.


En lo que fue su segundo informe, el presidente Andrés Manuel López Obrador, refirió que con las remesas junto con los programas de bienestar y otros apoyos que entrega su gobierno, la pandemia no ha derivado en pobreza e inseguridad.


Se equivoca. Las remesas no son el amalgama de las fallidas políticas social y económica. Indigna que se considere un acierto del poder cuando detrás de cada dólar que envían nuestros paisanos para convertirse en pesos, hay historias de dolor, de frustración, discriminación y de abusos en todos sentidos.


Por el lado humano, esas finanzas representan el orgullo de quienes han encontrado en otras latitudes las oportunidades que éste país les negó, y con su esfuerzo sacan adelante a sus familias; pero por el otro lado, es humillante que en vez de pensarles reunir nuevamente con sus seres queridos, garantizando siempre el desarrollo, se les considere como un logro gubernamental.


No es digno de presumir ese crecimiento cercano al 11 por ciento que muestra la captación de remesas en el país, y que hará fuerte a 10 millones de familias que tienen a sus padres, hijos, hermanos o pareja trabajando a sol y sombra en una nación que le es totalmente ajena.


Porque si hay más dinero es debido a que existe una mayor necesidad en los hogares mexicanos por una pandemia que a todos devastó, incluso a quienes residen en la Unión Americana, pero que gracias a que allá se cuenta con otra visión sobre la economía, se tiene la posibilidad de superar de inmediato las adversidades.


A nuestros paisanos les preocupa la salud de quienes dejaron, y también la fragilidad que habrá para su sostenimiento ante el torbellino de la crisis económica que trae implícito desempleo y carencias hasta de lo más elemental para subsistir.


Es por ello, que están dedicados en hacer fuertes a los suyos a tal grado que sus envíos lograrán superar lo que México pudiera captar este año en Inversión Extranjera Directa o en el turismo.


Estimaciones de especialistas financieros consideran que de los más de 40 mil millones de dólares que se prevé lleguen este año como remesas a México, entre el 4 y 5 por ciento se recibirán en Aguascalientes.


Después de las condiciones con las que está quedando nuestra situación económica y social, seguramente habrá más mexicanos que vean como una atractiva y única opción irse al país del norte a trabajar para sacar adelante a los suyos.


En esas circunstancias hay que considerar también como se dice, que “nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”.


¡Hasta la próxima!


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