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Más Firmes Que Nunca: No al Aborto, A Criterio de Paloma Amézquita

Las y los mexicanos hemos enfrentado, en diversas etapas de nuestra historia, verdaderos embates para legalizar el aborto, todos ellos sustentados en la cultura de la muerte. Desafortunadamente estas luchas han instaurado la legalidad, más no la justicia, en entidades en donde sus códigos fue despenalizado este tipo de homicidios.


Hasta ahora, el estado de Oaxaca y la Ciudad de México, el aborto no está penalizado hasta las 12 semanas de gestación, y en el resto de las entidades, hay atenuantes como, cuando a criterio médico se pone en riesgo la vida de la madre, cuando el embarazo es producto de violación o cuando la madre no tiene recursos económicos para sostener al hijo que viene en camino, como en el estado de Yucatán, siendo el único en el país.


Hoy, Mexicanas y mexicanos estamos más firmes que nunca en nuestra lucha a favor de la vida y en contra de la muerte, porque estamos convencidos que debemos de proteger el derecho que todos tenemos de nacer.


El discurso de los activistas pro-aborto está plagado de prejuicios, como el que aseguran que quienes estamos a favor de la vida, no estamos de acuerdo en la educación sexual a nuestros hijos. Mentira.


O que nuestros argumentos de defensa a la vida y en contra de la muerte son dogmáticos. Mentira.


O el que queremos ver a las mujeres que abortan en la cárcel antes de ver por su salud y bienestar. Totalmente falso.


Nuestra legislación, en el caso específico de Aguascalientes, contempla la no penalización del aborto en dos supuestos muy concretos: cuando se pone en peligro la vida de la madre, y aún así, muchas madres, en aras de defender la vida de sus hijos, prefieren tomar el riesgo en una decisión muy personal.


Y el otro supuesto es, cuando el embarazo es producto de una violación. En ambos casos, la madre no es sujeta a pena alguna.


A las cosas hay que llamarlas por su nombre, como reza el dicho, al pan, pan y al vino, vino.

El aborto, por gusto o como anticonceptivo, es un homicidio, ante lo que nadie debe permanecer indiferente.


Todos, como especie humana y por condición natural, buscamos proteger la vida; la vida propia, la vida de quienes nos rodean.


También, luchamos por proteger la vida de quienes vienen en camino, quienes son, por cierto, los más indefensos y por quienes todos debemos abogar para asegurarles su derecho a nacer y el resto de sus derechos como seres humanos.


Como mujer no estoy de acuerdo en tener el derecho de ser verdugo. Nosotras no tenemos el derecho de decidir quien vive y quien muere por decisión.


Soy Paloma Amézquita y quedamos pendientes para un próximo comentario editorial.



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